El niño asomado a la ventana veía tras ella la multitud de gente alegre que recogía con afán los muchos caramelos que tiraban desde las carrozas; también veía como los pajes subían con escaleras por los balcones, los regalos encargados en las cartas de los niños.
De repente se oye el toc, toc de la puerta, el niño con entusiasmo y alegría corriendo fue a abrir la puerta. Era su amigo Juan, que venía a ver si quería ir a dar con paseo con él para recoger caramelos en la cabalgata. Al ver a Juan enseguida le cuenta lo que está ocurriendo en su casa y la tristeza que este tiene.
Juan se va muy triste a casa, y su padre le pregunta el porqué de su tristeza; Juan le cuenta lo sucedido, y su padre le dice que si le parece bien puede encargar algunos regalos en su carta para que los pajes los dejen en casa de su amigo José.
Juan se alegró mucho y cuando llegó el paje a su casa le dijo que si podía encargarle algunos regalos para su amigo José, porque su padre estaba enfermo y no había podido encargarlos el mismo.
Estaba anocheciendo, la cabalgata se acabó; los niños después de haber disfrutado de sus juguetes se acostaron, y José también fue a acostarse, dio las buenas noches a sus padres y se puso a rezar para que su padre se curara.
De pronto la puerta sonó y José fue corriendo a ver quien era; al abrir se encontró con un paje que le preguntó:
- ¿Eres José? -dijo el paje-
- Si, soy yo señor -dijo José cabizbajo-
- Toma, traigo esto de parte de los Reyes Magos para ti -dijo el paje a José-
El paje dejó los regalos y después de que la madre le diera las gracias se marchó. José al ver aquellos paquetes tan grandes se echó a llorar de alegría eran exactamente los regalos que el había estado rezando para que le trajeran, y ya sólo le faltaba un deseo, que su padre se recuperara.
José fue corriendo a enseñar a su padre los juguetes, y el padre al verlo tan feliz pareció mejorar por un instante; la alegría de que los Reyes Magos se hubieran acordado de su hijo le produjo una felicidad tan grande que el hombre se recuperó y la alegría volvió a reinar en la casa de José, gracias a que su amigo Juan supo acordarse de él.
Este cuento lo escribió mi tio Javier España sobre el año 1972; después de tantos años lo recopilo en su honor en mi blog.
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