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sábado, 5 de marzo de 2011

Los deseos se cumplen

Aquella mañana estaba especialmente guapa, su cabello dorado brillaba bajo los rayos del sol. Sus ojos centelleaban con una luz especial y su perfecto cuerpo parecía ligero, no le costaba ningún esfuerzo mantenerse en la postura en la que se encontraba. Me encantaría acercarme hasta ella y poder decirle todo lo que pienso. ¿Cómo será el tacto de su piel? ¿Y el de su pelo?...

Hoy está perfecto, como siempre, atractivo. Su cabello tiene un color distinto, el sol le da en la cara y hace relucir sus ojos grandes y redondos. Todos los días le veo sentado en su pedestal, pensativo. ¿Qué pensará? Si viera una estrella y pudiera pedirle un deseo, le pediría poder caminar. Andaría hacia él y le contaría todo lo que pienso.

Desde aquí parece que me mira, tiene la cara enfrente de la mía, sus ojos parecen estar clavados en la tierra que nos separa. Es un largo camino de baldosas y tierra roja. Nos observan muchos ojos, a ella, a mí o incluso a la tierra.

Es una lástima que no podamos estar juntos, le quiero como nunca he querido a otro. Nunca habría pensado que se podía amar de esa forma.

Querría estar a su lado, al lado de mi amor, darle un beso a los labios mientras acaricio su cabello tan largo como un río.

Más tarde, por la noche, una mujer vieja, de pelo blanco y corto, paseaba por el parque en el que se encontraban los enamorados. Los observó, primero le miró a él, seguidamente miró a la chica. Esa mujer se dio cuenta del amor existente entre los jóvenes.
Los enamorados vieron aparecer la primera estrella y sus ojos se movieron hasta llegar a estar clavados en la estrella. La mujer, al contemplar los ojos en movimiento de los jóvenes, alzó las manos y gritó unas palabras en un idioma desconocido.

Mi amor comienza a mover los dedos, y su cabello vuela con el viento. Todavía no han pasado ni diez segundos, y ella ya tiene un pie en la baldosa de debajo de su pedestal, entonces la imito.

La mujer ha desaparecido, están ellos dos solos, pueden mover las extremidades, pueden caminar juntos.

Trato de presentarme, pero ella está distraída jugueteando con su pelo suave. Fija sus ojos en mí y sus mejillas se tornan de un color rosado.
-Mi nombre es Mars, encantado de…-comencé-.
 Ella posó su dedo índice en mis labios.
-Tú eres la mejor escultura de piedra que se haya hecho nunca-dijo-.

Le cogí la mano, sí, era suave. Fuimos paseando durante toda la noche.
Por la mañana, volvieron a ser de piedra, pero con un cambio. No estaban en su pedestal, estaban cogidos de la mano delante de una gran fuente, mirándose fijamente a los ojos.


Recopilo este cuento con permiso de mi querida amiga Vika a la que quiero muchísimo.
Visita el blog de Vika, te sorprenderá: http://beatusillem.blogspot.com/


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