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jueves, 10 de marzo de 2011

Simbad y el pirata Barracuda

Había una vez una isla desierta perdida en mitad del océano donde aterrizó una nave espacial. De la pequeña nave salió un diminuto ser de color verde azulado cual misión era desvelar un magnífico secreto a la persona de mejor corazón que encontrara en su camino en éste misterioso planeta. Después de rastrear la pequeña isla de punta a punta no encontró a ninguna persona, y decidió encomendar su misión al destino lanzando su mensaje al mar dentro de una botella cerrada con un tapón.

Cerca de allí navegaba un pirata malvado que surcaba los mares en busca de tesoros, era un pirata muy corpulento, tenía una gran barba negra, una pata de palo y su piel estaba totalmente tostada por el sol. Cuando lanzaba el ancla para detener su barco, divisó algo flotando entre las olas; era algo cristalino y brillante que llamaba la atención. Saltó al mar sin pensarlo dos veces, pero por mucho que nadaba nunca alcanzaba aquel objeto; parecía como si aquel objeto no fuera dirigido a él, como si algo le impidiera alcanzarlo... El pirata Barracuda, que así es como se llamaba, continuó nadando sin cesar, hasta que divisó a lo lejos una pequeña barquita; era Simbad, un joven humilde pescador de pelo dorado como los rayos del sol y mirada triste, haciendo su labor diaria; éste se pasaba el día entero navegando con su pequeña barquita por el mar. Le encantaba ver a los peces pasar, ver a las olas chocar, las gaviotas volar...

Su padre había pasado la vida en el mar, pero estaba muy viejo para enseñarlo a pescar bien, y Simbad quería ayudar a su padre, pero por mucho que lo intentaba nunca pescaba más de dos pececillos; necesitaba la ayuda de su anciano padre, porque sino morirían de hambre sin apenas dinero para vivir.

Cuando intentaba divisar en el fondo del mar algún pececito, vio la botella chocar contra su barquita. Era una botella preciosa y resplandecía con los últimos rayos de sol que lanzaba el día. La botella llevaba algo dentro, algo misterioso y enrollado, ¿sería un mensaje de amor hacia alguna chica de su pueblo?, ¿sería el mapa de un tesoro?, no sabía lo que había dentro, pero cuando se disponía a abrirla algo hizo volcar su barquita y la botella salió disparada de sus manos. Era Barracuda quien sin pensar si lo que hacía estaba bien o mal empujó la barquita porque quería quitar la botella de las manos del pobre y humilde pescador. Barracuda cogió la botella y salió nadando tan rápido como pudo hacia su barco, mientras el pobre Simbad quedó inconsciente flotando en el agua.

Cuando Barracuda llegó a su barco intentó inmediatamente abrir la botella, pero aquel tapón estaba muy duro, lo intentó una y otra vez, pero no había forma de abrir aquella misteriosa botella. El pirata se fue enojando, pues tenía muy mal genio, y siguió probando y probando, pero nada, aquella botella no se abría; intentó incluso romperla, pero parecía un cristal mágico, pues no podía romperse. Totalmente desesperado, Barracuda volvió a lanzar la botella al mar:
- ¡Buaj! ¡Maldita botella! Seguro que lo que lleva dentro no sirve para nada… - dijo el pirata refunfuñando con malos humos-

Estaba anocheciendo, así que Barracuda cambió el rumbo de su barco y se dispuso a surcar los mares por otras aguas a ver si esta vez tenía más suerte.
A la mañana siguiente, Simbad apareció en la orilla de la playa, las olas le habían arrastrado hasta allí; en su mano tenía un objeto brillante agarrado, resplandecía con los rallos del sol. Si amigos, era la botella misteriosa. Simbad despertó sin saber bien lo que le había pasado, al ver la botella en sus manos, la abrió; no tuvo ningún problema en abrirla, pues su corazón era puro y bondadoso. Dentro de ella encontró el mejor regalo que pudiera haber soñado nunca, era una formula secreta para no envejecer jamás.

Así fue como este pescador consiguió que su padre volviera a sentirse joven, y juntos salieron a pescar todos los días durante el resto de sus vidas.
Si, queridos amigos, el destino y la magia de aquel extraño extraterrestre lograron al fin que Simbad fuese feliz para siempre.

Y colorín colorado, colorado colorín ,
el pirata Barracuda fue en busca de aventuras,
el pescador Simbad rejuveneció a su padre y aprendió a pescar,
y el extraterrestre verde-azulado volvió a su planeta
con este cuento acabado.


Agradezco a mis compañeros Eli, Agustín y Elena que me hayan dejado compartir este cuento en mi blog, lo realizamos entre los cuatro en la clase de lengua del grado de magisterio primaria VIU, y la verdad es que lo pasamos genial imaginando y creando con la fábrica de cuentos... 
De paso agradecer a Verónica, nuestra profesora, que nos haya enseñado esta herramienta tan buena para enseñar a nuestros futuros alumnos. 10/03/2011

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